El correcto manejo de siniestros evita futuros conflictos de cobertura.

Un adecuado manejo del siniestro en su totalidad, especialmente durante su proceso de liquidación, es fundamental para que se declare la procedencia de la cobertura y se logre la correcta aplicación de las condiciones del seguro. Esto es lo que llamamos el correcto manejo de siniestros.

En reiteradas ocasiones nos ha tocado asesorar a nuestros clientes en siniestros cuyo proceso de liquidación está cercano a su término, o incluso ya se encuentra finalizado, en etapa de impugnación o en la preparación de la demanda judicial.

Así, hemos notado cómo un inadecuado manejo de siniestros, desde el primer día de ocurrencia, puede perjudicar al asegurado en la obtención de la cobertura del seguro. De este modo, siniestros que debiesen ser de simple liquidación se terminan complejizando por no ser correctamente manejados, lo cual impide o dificulta obtener un resultado favorable.

Aquello es especialmente relevante, puesto que por lo general el liquidador suele ir formándose la opinión relativa a la cobertura del siniestro en la primera etapa del proceso de ajuste, de modo que es muy difícil revertir su criterio cuando éste está por finalizar, o más aun, en la etapa de impugnación.

Entonces, es fundamental que el manejo de siniestros se efectúe de manera consciente y eficaz desde el día de la ocurrencia misma del hecho, hasta la emisión del informe de liquidación y eventuales etapas de impugnación o demanda judicial contra la compañía de seguros. Para lo anterior, debe tenerse especial consideración con el plazo de aviso de siniestro, el oportuno análisis de la información a proporcionar al liquidador, además de la adecuada gestión de las reuniones a sostener tanto con éste como con sus asesores técnicos.

1. Aviso de siniestro.

Una de las más importantes acciones a tomar al ocurrir el siniestro, es el aviso o notificación a la compañía de seguros de la ocurrencia del mismo. Esto, sin perjuicio de las medidas inmediatas que deban tomarse para aminorar los daños. En tal sentido, parte del adecuado manejo del siniestro es saber, en primer lugar, cuánto es el plazo máximo de aviso que contempla la póliza, como también determinar si los hechos ocurridos son suficientes o no para dar aviso a la compañía.

Así, por ejemplo, en un incendio no cabe duda alguna que, además de llamar al Cuerpo de Bomberos y a Carabineros de Chile, se debe dar el aviso de siniestro lo antes posible a la compañía de seguros.

Sin embargo, en algunas ocasiones puede ser difícil determinar si es procedente o no dar el aviso de siniestro a la compañía. Esto ocurre principalmente en los siniestros de responsabilidad civil, como sería un accidente laboral en que el empleado afectado manifiesta no haber sufrido lesiones físicas de gravedad y que se atenderá en la correspondiente institución de salud del trabajador.

En tal situación, si bien ocurrió un hecho que podría gatillar la cobertura del seguro de responsabilidad civil patronal, según las circunstancias podría optarse por no dar aviso de inmediato a la compañía de seguros. En el caso señalado, podría creerse que es innecesario activar la póliza ante la falta de interés del empleado afectado de reclamar los daños. Esto podría finalmente perjudicar la cobertura del seguro en el evento que el empleado decida finalmente demandar al asegurado.

Ante estas situaciones, debe analizarse la posibilidad de dar un “aviso preventivo” a la compañía de seguros como parte de un buen manejo del siniestro.

2. La información que debe entregarse al liquidador.

En el primer contacto del liquidador con el asegurado, comúnmente se incluye un listado de información requerida para la liquidación del siniestro. En esta instancia, suele ocurrir que el asegurado –con el objeto de apoyar sus aseveraciones- entrega cierta información adicional que no ha sido solicitada por el liquidador. Sin embargo, esta decisión puede afectarlo negativamente en la liquidación del siniestro. De este modo, para un correcto manejo de siniestros es vital estudiar en detalle la documentación que se le entregará al liquidador, puesto que su contenido podría generar una errónea interpretación de parte de éste y/o del asegurador.

Lo anterior no implica una omisión u ocultamiento voluntario de la información atingente al siniestro, puesto que es deber del asegurado acreditar la ocurrencia del siniestro denunciado, y declarar fielmente y sin reticencia, sus circunstancias y consecuencias. El adecuado manejo del siniestro consiste, por ejemplo, no entregar al liquidador un informe técnico en el cual se sugiere –de manera no concluyente- que el incendio podría haberse originado eventualmente en una falla eléctrica (riesgo excluido de la póliza), cuando a todas luces e indiscutidamente el fuego se inició en virtud de un sismo (riesgo cubierto).

3. Reuniones y demás interacciones con el liquidador, asesores técnicos y/o compañía de seguros.

Otro punto clave en el correcto manejo de siniestros, que puede influir positivamente en la liquidación, son las reuniones a sostener con el liquidador, sus asesores técnicos y, eventualmente también, con la compañía de seguros. Estas instancias toman especial relevancia en la liquidación de siniestros complejos de Property, STP, Crédito y Responsabilidad Civil.

En dichos siniestros la discusión se puede centrar en la procedencia o no de alguna exclusión en particular (error de diseño y/o de construcción, por ejemplo) y/o en las sanciones aplicables frente al eventual incumplimiento de alguna obligación por parte del asegurado (omisión involuntaria de información relativa a variaciones al riesgo durante la vigencia del seguro).

De este modo, es fundamental determinar la conveniencia, o no, de generar una reunión de trabajo con el liquidador y/o compañía de seguros, según sea el caso, con el objeto de entregar una explicación técnica de los hechos del siniestro, incluyendo los razonamientos jurídicos en base a las condiciones de cobertura, exclusiones y demás términos atingentes de la póliza.

En definitiva, cada siniestro y póliza tiene sus propias particularidades y complejidades, las que pueden resultar determinantes para la procedencia del pago de la indemnización. Lo importante es que desde el primer día y según vaya evolucionando la liquidación, se despliegue un correcto manejo de siniestros, para de evitar perjudicar la cobertura de la póliza.